Amanecer de verano en Arcos de la Frontera, con vistas al gran tajo calificado como monumento natural.
Los monumentos de piedra labrada y las blancas casas se asoman al abismo para contemplar como el Guadalete fluye en su camino hacia el mar.
La silueta de la Sierra de Grazalema da continuidad en el horizonte a este bello espectáculo matinal. En especial, la Sierra del Pinar, la de mayor elevación de la provincia, enmarca, a modo de mantilla, la solemne iglesia de San Pedro.
Como colofón las aves migratorias surcan el cielo, no sin antes admirar este bello pueblo blanco.